Macri habló sobre su secuestro: “El peor momento es cuando sabés que tu papá ya pagó, porque ellos no te necesitan más”

El ex presidente Mauricio Macri con lujos de detalles cómo fue, segundo a segundo, que los integrantes de la denominada “banda de comisarios” lo secuestró en la madrugada del 24 de agosto de 1991 de la puerta de su casa, en Figueroa Alcorta y Tagle, del barrio porteño de Palermo, y los instantes más dramáticos del día en que, dos semanas después, lo liberaron sano y salvo. “Ese segundo, hasta que me pusieron la mano en el hombro y me dijeron “te vas”… Yo pensaba que el tipo me estaba apuntando para volarme la cabeza”, relató el dirigente opositor, en una entrevista con Baby Etchecopar, en su programa del canal A24.

El siguiente es el fragmento del extenso reportaje de Mauricio Macri a Baby Etchecopar, donde contó los detalles más impactantes de su secuestro:

– ¿Cómo fue pasar de una época de playboy a un cajón?

La verdad es algo no esperado. Son las vacaciones que no le recomiendo a nadie. Fue muy traumático. Y claramente, después de ese trauma, que fue muy duro, fue un momento, en los que pasó de todo, pasé por todos los estados de ánimo, todas las situaciones que se vivieron en esos 14 días, y sobre todo la sensación de que claramente estamos de paso, que no somos nada. Yo dependía de gente a la que no le había visto su cara y que iban a decidir si me iban a matar o yo iba a vivir. Yo tenía tres hijos, todos de menos de 9 años, entonces yo dije, cuando salí: “si yo salí, si volví a empezar, es porque tengo que hacer algo más que disfrutar algo más que ser el hijo de Franco Macri y tener mis cosas solucionadas, tengo que hacer algo que aporte a la sociedad. Y ahí empezó mi cabeza a girar en que ya no me sentía igual, haciendo cosas importantes, porque yo ya conducía cosas importantes dentro del grupo económico de mi padre, pero yo sentí que faltaba algo más. Ahí empezó toda esta fantasía del servicio público y tomó cada vez más fuerza.

– Cada día que te despertabas y dormías, si dormías… Me imagino esa situación que, aunque te digan “quedate tranquilo pibe”, sabés que…

No sabés lo que es la cabeza… Pero yo ahí quiero transmitir esto que es importante, para todas las cosas que estamos viviendo en Argentina y las que viviremos en nuestras vidas. Hay alguien adentro tuyo que vos no conocés. Yo era claustrofóbico también. En el momento que me agarran, me fajan, me cagan a patadas….

– Ah, te pegaron…

Porque yo me resistí, como un acto acto reflejo, no porque fuera un macho bárbaro, fue un acto reflejo, cuando me di cuenta que me iban a llevar, empecé a forcejear….

-¿Cómo fue? ¿Vos sabías de dónde?

No. Yo llegaba de jugar a las cartas, 1.30, en la esquina de Tagle y Figueroa Alcorta, en el edificio en punta que está en frente al ex ATC, en Rond Point. Voy a poner la llave y no me di cuenta siquiera que había una Minivan Volkswagen vieja y las luces apagadas. Habían desconectado el farol público que está enfrente, la luz pública. Se me viene un tipo encima corriendo y, cuando yo lo veo venir, le digo “acá tenés la llave y la billetera” y el tipo me embocó así como venía. Caí y quedé grogui, me levanto así y veo que dos tipos me agarran y se abre la puerta y ahí me doy cuenta que me llevan. Entonces, clavo las dos patas así y ahí, el de atrás, el gordo que hacía de malo (después me di cuenta) me empezó a ahorcar, y ahí yo pensé que me moría, porque el tipo estaba muy tenso, porque es el momento de mayor peligro para ellos y había uno a 30 metros y yo empecé a gritarle “me secuestran”…. un boludo, era el campana de ellos. Yo como como un boludo gritándole con el último cachito de aire y ahí medio como que me desmayé. Me metieron ahí adentro, arrancó la camioneta y me decían “¿tenés algún detector, algo?”. Yo decía, de qué me hablan estos tipos. Me desvistieron todo, tiraron toda la ropa por la ventana, me dejaron en calzoncillo, me vendaron todo así, me taparon todo. Cuando me están terminando de vendar, veo que abren un cajón y me meten adentro de un cajón y se me cierra la tapa así…

Lo primero que dije yo es “soy claustrofóbico” y de golpe escuché una voz adentro que me decía “¿y qué te importa, si de esta seguro que no zafás?’. Entonces ahí empezó a trabajar la cabeza, no? Adentro de esa caja era ¿saldré o no saldré?

-¿Estabas adentro de la caja?

No. Después me bajaron a un subsuelo, me abrieron una puertita y me metieron en una caja de madera que habían construido, tipo como si fuera un obrador de obra pública… Un pequeño contenedor, sin ventanas ni nada, con un agujero en el techo, por donde me bajaban la comida 1 vez por día, a veces dos veces por día. Y por donde me bajaban el grabador para que yo grabase los mensajes para papá. Estaba la camita, el inodoro químico, la cadena, porque me encadenaron al piso y había una mesita de luz, llena de pasta de todo tipo. Yo dije: si yo empiezo a tomar esto me voy a volver loco. Tengo que hacer un esfuerzo por dormir como sea, mantenerme tranquilo porque esto va a durar. Todas cosas que me empezaba a hablar alguien adentro mío, entendés? Si antes me hubieras dicho que yo iba a sobrevivir a esa experiencia te digo: imposible, yo no soy capaz de sobrevivir a eso, y sobrevivís. La gente va a lo más traumático que existe que es la guerra y vuelve. Unos vuelven bien y otros vuelven mal.

La habitación de 3×3 metros apodada «la caja» fue construida en el sótano de una casona de Garay 2882. (Adrián Escandar)

– Nadie vuelve entero

Yo no volví entero. Los primeros días estaba… y me duró años, años, de que alguien me ponía una mano así, atrás, y yo me sobresaltaba. Y volvía al segundo que me estaban llevando, era como un tubo, que alguien me sorprendiese era volver a es instante, era volver a esa caja.

– Hago hincapié en el nivel social. Los chicos de mucha plata no están acostumbrados a que lo zamarreen, los metan en una caja… ¿Después de eso empezaste a entender un poco más al sufrimiento, el dolor de vivir al límite?

Yo hablé mucho todas las noches con el que me cuidaba. Él me dijo “yo te voy a llamar Mario” y yo le dijo “yo te llamo Mario a vos”. Entonces era Mario va y Mario viene, que se declaró fanático de Boca. Entonces, yo le decía ¿qué soñás para el futuro? Y yo decía “mi sueño es ser presidente de Boca”. Cada vez que se ponía peludo… yo le decía “¿me van a matar o me van a soltar?”. El peor momento es cuando vos ya sabés que tu papá o quien está afuera ya pagó, porque ellos ya no te necesitan más. Esas 72 horas, se pasaron debatieron, que había pagado. Mario vino y me dijo “está complicada la cosa, pero yo te voy a defender hasta el final porque hay varios que te quieren boletear. Pensá que ellos ya habían secuestrado a varios. (El ejecutivo de Alpargatas, Rodolfo) Clutterbuck y otros. A todos los habían matado. Él me decía yo te voy a defender… Yo le decía “¿Seguro?” Sí, voy a defender al futuro presidente de Boca. “Vos vas a hacer grande a Boca”, me decía. Y hablando con él de muchas cosas, porque trataba de generar empatía, era el Síndrome de Estocolmo, de un lado y de otro, y ahí me empecé a dar cuenta de la realidad. Cómo a veces, la vida, cuando se te presenta sin darte las oportunidades que corresponde, vos arrancás por el rumbo equivocado. Hay otros que lo eligen igual, pero hay otros que no tienen la oportunidad de elegir, ahí es donde yo dije que hay que hacer algo para que menos gente sienta que tiene que hacer esto, que es tan duro, tan horrible como secuestrar a una persona. Llevarla a ese lugar, porque aún cuando te dejan ir, ya te hicieron un daño interno que vos tenés que hacer un esfuerzo enorme por reparar.

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