Las palabras tienen poder: como el lenguaje puede influir en nuestra realidad

Por Raimi Ríos

 

Una palabra puede causar dolor y puede sanar. Todos lo sabemos, todos lo vivimos. Las palabras hacen y deshacen nuestras relaciones, enamoran y destruyen; le dan sentido a las cosas que hacemos y que nos pasan. Ganan o pierden negociaciones. Generan ideas y proyectos y determinan cómo la pasamos en el camino. Son sin dudas nuestro principal poder, como dice un importante personaje de Harry Potter, es nuestra más inextinguible fuente de magia. Entender las palabras, entender nuestra relación con las palabras es la base para vivir mejor.

La programación neurolingüística sostiene que nuestras percepciones adquieren sentido a través del lenguaje. Lo que digo sobre mí y sobre el mundo que me rodea, los resultados que logro, mis sentimientos y acciones, son consecuencia de los patrones de lenguaje en base a los cuales interpretamos el mundo, generando así mis propios mapas mentales. O sea que nuestra forma de ver la vida tiene que ver con lo que me digo de ésta y no con lo que la vida realmente puede llegar a ser.

 

Cuidemos de esas palabras que nos decimos a nosotros mismos.

Cuando decimos por ejemplo “Soy un vago para estudiar”, o “nunca voy a llegar al peso que quiero para el verano” no estamos describiendo un estado, sino declarando una condena y generando tu realidad en base a esta afirmación. Cuando hablamos por ejemplo de lo que “soy” o planteo un “nunca”, hacemos referencia a un producto acabado y, siendo consciente o no, estamos programando en la mente y nuestras emociones para continuar actuando de la misma manera, sufriendo por conseguir los mismos resultados negativos. Estamos comprando una realidad que no queremos vivir.

Por lo tanto, las palabras tienen poder, nos ayudan a conectar con nosotros mismos, a designar y dar forma a lo que nos rodea. Sin embargo, no podemos olvidar tampoco el papel de ese diálogo interno, y de la necesidad de cuidar de esas palabras que nos decimos a nosotros mismos.

Las palabras son como un imán, que atraen tanto lo bueno como lo malo. Son una herramienta poderosa que condiciona nuestros resultados en todo lo que hacemos en la vida. el cerebro no entiende las instrucciones en negativo sino en positivo. Es distinto decir No me dañes a Trátame con amor. Ambas frases invitan a lo mismo, pero la petición en positivo condiciona al cerebro hacia una acción más concreta y sin errores.

 

Las palabras son ordenes

Por lo tanto, las palabras son órdenes y permiten que sea posible una conexión entre las emociones, las ideas, los sentimientos, los sueños y los resultados. Decir, anunciar o declarar en voz alta, así sea para nosotros mismos, son una forma de comenzar el viaje hacia el logro de nuestras metas o hacia el fracaso de ellas

¿Te ha pasado que estás alrededor de una persona que se queja constantemente? ¿Cómo te sientes al escucharla? ¿Sientes que está enfocada hacia el progreso y esperando resultados positivos en su vida? por eso el lenguaje es tan importante; crea nuestro mundo y el de las personas que nos rodean. Nuestras palabras ejercen un gran poder sobre nuestro cerebro: determinan el rumbo de nuestro pensamiento y están estrechamente relacionadas con nuestra actitud, y ésta a su vez con nuestras creencias.

Tus palabras son tan poderosas que pueden transformar la forma en la que percibes la realidad. Pueden emocionarte, inspirarte, activar tu creatividad e imaginación. A través de las palabras construimos emociones y estados de ánimo. Nos ayudan a poner nombre a aquello que sentimos y a entenderlo. Por lo tanto, la conexión entre las palabras y la emoción es clara: tienen el poder de describir la realidad, de transmitir nuestras emociones, de comunicar, de materializar recuerdos y de enseñar.

Si nuestro vocabulario es pobre y pesimista, así será nuestra vida. Si dices no puedo, es cierto ¡no podrás! Pero si dices ¡sí puedo! también es cierto porque lo dijiste también.

De nuestras palabras depende nuestro futuro, así que empecemos a cambiar nuestra vida, cuidando las palabras que decimos y nuestra forma de hablar. Hagámoslo como si estuviéramos rodeados de niños siempre, y nuestra vida se dirigirá por ese camino que deseamos transitar.

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