Un modelo peronista es diferente a una propuesta desarrollista

Por Jorge Rachid

Desde la década de los años 60, se discute en el mundo “occidental”y cuando todavía estaba caliente la guerra fría entre EEUU y la URSS, cuales son las condiciones del desarrollo capitalista, en término democráticos, que permitan terminar con la injusticia social, la marginación y el desempleo, principales azotes de la mal llamada Modernidad.

Cuando se propuso para nuestro continente la Alianza para el Progreso, por parte de EEUU en la gestión Kennedy, ya había desembarcado el FMI en la región y se había constituido la CEPAL, ambas articulaciones de una condición económica que intentaba en los papeles, lo que desmentía en la práctica.

En nuestro país, debieron derrocar a Perón a sangre y fuego, para evitar la industrialización plena del país, que le daría soberanía e independencia económica. El Plan Presbich lo primero que realizó, fue encadenar al país al FMI y plantear el desarrollismo como eje de la incorporación del capital extranjero, asociado a la burguesía local, a los fines de lograr un crecimiento armónico con los Mercados internacionales. Falacias.

Nada de esto sucedió, por lo contrario, los países fueron drenando sus excedentes económicos a los países centrales, sin reinversión productiva, constituyendo uno de los ejes del empobrecimiento generalizado y el desempleo, que permitió por otro lado, avanzar sobre las conquistas laborales obtenidas por los trabajadores, en la máxima distribución de la riqueza, en la década peronista, del 50% de la renta nacional.

Le fracasó incluso al capital multinacional, la utilización y ejecución de dictaduras militares que adquirieron algunos aspectos de nacionalismo en su devenir, en especial en Brasil y Chile, donde terminaron conservando en manos del Estado los bienes de las empresas públicas. El cobre en Chile y Petrobras en Brasil lo demuestran.

Por esa razón en un  nuevo giro llegan a planificar el Consenso de Washington, donde se habilitan las democracias, pero limitadas al cumplimiento de las pautas del Mercado, como regulador social.

Cada vez que las políticas nacionales se apartaban de esas premisas, el poder imperial económico imponía sus condiciones. Alfonsín lo vivió con el desplazamiento de Grinspum y la llegada del Plan Primavera, que como todo proceso económico basado en el tema de las divisas, termina endeudando al país, al  llevarlo a la bancarrota.

La llaman crisis del sector externo, que en lenguaje vulgar significa que te sacan los dólares que no producís, te licuan la moneda que si producís y te generan inflación que deteriora los salarios y lleva a la devaluación que beneficia a los exportadores.

Tenía razón Scalabrini Ortiz cuando alertaba que si te explicaban el presupuesto y no entendías, pedir que te lo vuelvan a explicar y si a la tercera vez no entendiste, es porque te quieren engañar, aclarando que para entenderlo sólo hacía falta saber sumar y restar.

El desarrollismo plantea que se puede dar un marco de integración entre el capital multinacional, hoy Fondos de inversión supranacionales, y la supuesta burguesía local, que en nuestro país ha copiado los modelos de renta financiera, aún aquellos sectores que dependen del mercado interno de consumo, vaciando la posibilidad de ampliarlo, al secarlo por la fuga de divisas y la crisis del sector externo, produciendo desolación, desamparo y exclusión social en el pueblo, castigado encima con la inflación.

El modelo peronista de sustitución de importaciones, se fortalece en la presencia estatal de la regulación del Mercado, porque la economía es una ciencia social, no exacta y menos aún matemática, no aceptando los límites exigidos por la teoría de la dependencia que desarrolla el Imperio.

Esa teoría de la dependencia en discusión, fue lo que diferenció en esas décadas, los procesos desarrollistas, impulsados por el capital internacional, que sujetaban los modelos de desarrollos industrial y social, alejados del modelo nacional y popular de la inversión genuina, la industrialización de las materias primas llamadas comodities y constituyendo con trabajo argentino genuino, un mercado de consumo interno, donde completar el círculo virtuoso de la economía. Planteo de Perón desde siempre, junto al trabajo como ordenador social.

Estas reflexiones son desde la militancia, no desde las llamadas ciencias económicas, en las cuales no incursiono, pero si lo hago desde la política donde el sistema de dependencia, es contrario a cualquier planteo peronista de Justicia Social.

De ahí, que seguir la agenda del enemigo, nos llevará cada día a más fracasos como país, sino ejecutamos una estrategia a largo plazo, de recuperación soberana, de cada una de las herramientas estructurales, que nos permitan tener capacidad de  decisión autónoma, en cada tiempo político.

La sensación es que cada vez que llegamos al gobierno, discutimos desde más atrás en relación a la situación social y económica. El enemigo deja plantado un mecanismo de relojería, un Estado al servicio del coloniaje, para impedir el avance de las fuerzas populares de la Comunidad Organizada.

Ha operado destruyendo la solidaridad en los sistemas solidarios, al llevarlos al lucro, ha desarmado los servicios públicos privatizando, ha permitido la extranjerización del campo, incluso en zonas de fronteras, entregado los puertos, desarmado la flota mercante, mantenido el sistema financiero con leyes de la dictadura, avanzado sobre la legislación laboral y social y encima nos deja una Constitución Nacional, funcional a los mecanismos de dependencia nacional, fragmentando al país.

Sobre estos temas deberá discutir la militancia nacional y popular en la pos Pandemia, sobre la forma de  articular un modelo de construcción biocéntrico, social y productivo, solidario y latinoamericano, que se encamine a deconstruir, desarmando el armado colonial del enemigo.

Eso sólo puede hacerse desde bases políticas, doctrinarias, filosóficas e ideológicas del peronismo, que adaptado al siglo XXl, el siglo del conocimiento, no tiene porqué seguir dando pasos pequeños, ante un enemigo gigante y menos aún demostrar ser institucional, cuando fuimos siempre, los principales luchadores por la vigencia plena de la voluntad popular expresada en las urnas.

No fuimos producto de ningún golpe ni proscripciones de terceros partidos, pero tenemos la firmeza de cambiar institucionalmente al país, para ponerlo al servicio del pueblo, en el marco de la democracia.

Todo lo podemos discutir, cada paso, menos aceptar el coloniaje extorsivo de estos tiempos entre los fondos buitres y los medios hegemónicos, ambos golpistas y destituyentes, al servicio de intereses extranjeros.

Deja un comentario

Desarrollo Web Efemosse