Para Francisco, cuando la charlatanería “crece, crece, crece” y le quita la fama a una persona, no podrá gobernar

El Papa Francisco comentó los detalles de la dimisión el pasado jueves del arzobispo de París, Michel Aupetit, tras asumir que había tenido una relación ‘ambigua’ con una mujer, aunque ha asegurado que “los pecados de la carne no son los más graves, sino la soberbia y el odio”.

Francisco hizo esta reflexión tras explicar ante los periodistas que le acompañaron en el avión de vuelta de su viaje a Chipre y Grecia los motivos por los que decidió aceptar la renuncia del ya exarzobispo de París, según informa Vatican News.

El Papa reveló que monseñor Aupetit había practicado “pequeños masajes y caricias” a su secretaria. “¿Qué ha hecho Aupetit tan grave para darme la renuncia? Si no conocemos la acusación no podemos condenar. Hagan la investigación”, ha interpelado el Pontífice a los periodistas.

A este respecto, ha destacado que “hubo un fallo hacia el sexto mandamiento, no total: de pequeños masajes que le hacia a la secretaria”. “Esto es pecado. Pero no de los más graves. Los pecados de la carne no son los más graves”, ha sostenido el Pontífice. “Los más graves son aquellos que tienen más carácter angelical: la soberbia, el odio. Así que Aupetit es un pecador como lo soy yo (…). Se ve que nuestra Iglesia no está acostumbrada a tener un obispo pecador, hacemos de cuenta para decir: mi obispo es un santo… No, este pequeño birrete rojo… todos somos pecadores”, ha apuntado.

Para el Pontífice, cuando la charlatanería “crece, crece, crece” y le quita la fama a una persona, no podrá gobernar porque ha perdido su fama, “no por su pecado, que es pecado” sino por el “parloteo” de las personas. “Por esto acepté su dimisión, no en el altar de la verdad, sino en el altar de la hipocresía”, ha explicado.

El Papa también ha hablado sobre el informe CIASE que destapó decenas de abusos sexuales perpetrados por miembros de la Iglesia católica francesa durante 70 años. Así, ha invitado a ver esos casos con la óptica de aquella época. “Cuando se hacen estos estudios hay que estar atentos a las interpretaciones realizadas en un arco de tiempo tan largo. Hay riesgo de confundir el modo de afrontar un problema 70 años antes. Una situación histórica debe interpretarse con la hermenéutica de la época, no con la nuestra. La esclavitud, por ejemplo, los abusos de hace 100 años, nos parecen una brutalidad. El mundo era otro, había otra hermenéutica. En el caso de la Iglesia se encubría… Era una cosa que pasaba en las familias y en los barrios. Hoy decimos que no funciona. Pero hay que interpretar con la hermenéutica de cada época”, ha señalado.

Por otro lado, ha criticado la sugerencia de la Unión Europea, en un documento interno finalmente retirado, de eliminar la palabra Navidad en las felicitaciones de las fiestas al considerar que es un “anacronismo”.

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